Respiración consciente, el universo en cada respiración

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Respiración consciente, el universo en cada respiración

Estamos casi todo el tiempo inmersos en la mente pensante. Identificados con nuestros razonamientos y con los programas de creencias que los sustentan. Presos de viejas costumbres, que nos lanzan al futuro con ansiedad, o anclan al pasado con reproche y depresión.

El proceso de pensamiento intelectual, al que tanta importancia se da en occidente, así como las interpretaciones que hacemos de nuestra historia personal, están muy lejos de lo que somos en realidad. Sin embargo, nos dejamos convencer por nuestros elaborados discursos, cayendo en la trampa de la ilusión del tiempo psicológico que generan.

La «vuelta a casa», el «despertar», acontece cuando recuperamos la consciencia del ser que nutre nuestro cuerpo, el cual es, además, la puerta de acceso más directa y sencilla a la dimensión espiritual. De esta manera, la respiración consciente nos permite estar en contacto directo con la presencia amorosa del espíritu que entra y sale de nosotros insuflándonos vida. La parábola del hijo pródigo, me parece una bella alegoría de esta idea esencial de la visión transpersonal.

“La respiración consciente es la llave maestra que permite la conexión con la presencia amorosa que nutre el cuerpo.”

Si estás pensando en lo que vas a hacer mañana, necesitas respirar. Si estás creyendo que eres lo que te ocurre o te hacen, necesitas respirar. Si crees que tienes que controlar los acontecimientos para evitar una catástrofe, necesitas respirar. Si piensas que lo malo que te ocurre es culpa de los demás, necesitas respirar. Si crees que eres lo que piensas, necesitas respirar…

Gracias a la respiración consciente podemos darnos cuenta de infinidad de aspectos de la vida y de nosotros mismos. Esta sencilla práctica puede ofrecernos respuestas tanto a misterios profundos, como a asuntos cotidianos. Todo ello, con mucha más eficacia y certeza que cualquier maestro, adivinador o vidente. La respiración consciente nos enseña cómo tomamos el más sutil y necesario regalo de la vida, el aire. El aire es la vida, y la vida eres tú.

Cada inhalación es una oportunidad de tomar todo lo que la vida pone a nuestra disposición y que no somos capaces de tomar de una vez, ¡pues es tanto! Es el momento de aceptar, recibir, agradecer y nutrirse. Nos habla, como aquella famosa canción de los 70`s, de la abundancia infinita del amor que nos sostiene de maneras insospechadas.

Cuánto más consciencia ponemos en este sencillo acto de inspirar, más nos vamos abriendo a recibir la luz del Ser en nuestra vida. Así es cómo permitimos que el amor de lo divino bañe nuestro corazón, nuestra mente y nuestro cuerpo. Así nos abrimos a recibir “la Gracia”.

“Todo lo que vivimos es gracias a este proceso dinámico y continuo de tomar y soltar el aire; la consciencia dinámica del Ser.”

También podemos descubrir cómo nos damos. Con cada exhalación nos vaciamos de lo que ya no necesitamos; del pasado disfrutado o del dolor vivido. Expirar es la máxima expresión de la confianza. Soltamos el aire con-fe de que tendremos aire de nuevo para volver a llenar los pulmones de alimento. Así observamos cómo nos entregamos a los demás, o a los procesos que más necesitamos y, a menudo, menos deseamos. Nos muestra la confianza la generosidad y el modo en que nos damos a la vida. Sin vacío no hay plenitud. Si no soltamos lo experimentado en el pasado, no tendremos espacio para lo nuevo.

La respiración, es la última frontera del mundo material hacia el mundo sutil del espíritu. Podemos percibir el ritmo del universo, su fluir, su ir y venir. Sentirlo individualizado en nuestro cuerpo. A través del vehículo del cuerpo y como si de la madriguera de Alicia en el país de las maravillas se tratara, nos transportamos a la dimensión cósmica.
Respira conscientemente y comprenderás el universo. La respiración es el portal a lo inmenso del cosmos, como lo es a lo pequeño del cuerpo. Explica el universo de la misma forma que me aproxima a mi yo profundo. Tal cómo es mi respiración, así es mi estado profundo. Observo su intensidad o suavidad, su fuerza o sutileza, su profundizad o superficialidad. Mi forma de respirar es un reflejo de mi estado mental, de mi movimiento emocional. Es como el aire que acompaña a la tormenta o al día soleado. Es la muestra evidente de un estado sutil y profundo.

“La respiración consciente nos permite despertar a la consciencia del Ser. Volver a casa cuando estamos raptados por alguna reacción del ego. Ofrece la posibilidad de volver al aquí y ahora, amable y suavemente”.

¿Y de qué se trata la respiración consciente?, pues en tomar consciencia de las sensaciones que acompañan al aire cuando entra y sale del cuerpo: roce, frío, calor, expansión, contracción, ligereza, pesadez, etc.

Hay muchísimas técnicas de respiración que podemos utilizar dependiendo de la ocasión o de nuestras intenciones. En esta práctica nos centraremos en la respiración natural, como medio de anclaje al presente y de práctica de enfoque de la atención.
Recomendamos empezar con la técnica Anapana. El termino original “Anapana sati”, proviene de la lengua Pali de la antigua India. “Ana” significa inspirar (el espíritu entra), “apana” significa expirar (el espíritu sale), “sati” significa consciencia.
La respiración Anapana consiste en la observación de las sensaciones que produce el roce del aire al entrar y salir por la nariz. Por tanto, la respiración consciente nos permite estar en contacto directo con la presencia amorosa del espíritu que entra y sale de nosotros dándonos vida. De esta forma vamos aprendiendo a concentrar la atención en una zona pequeña del cuerpo. Así practicamos y desarrollamos la Alquimia a través de la atención.

La práctica consiste en:

Observar la respiración en situaciones cotidianas durante un par de minutos cada vez.

Observamos con atención plena las sensaciones que acompañan al proceso natural de respirar, en situaciones cotidianas durante un par de minutos cada vez: caminando (mientras paseo a mi perro), comiendo (durante el desayuno), escuchando a alguien (a mi hijo contándome sus aventuras). Al despertar como bienvenida al día (antes de levantarme de la cama). Al acostarme como cierre del día y para un óptimo descanso nocturno (mientras voy cayendo dormido), etc.

Cuando nos distraigamos y perdamos la concentración en la respiración, que sucede a menudo, tenemos la oportunidad de desarrollar el valor para reconocer la distracción o dispersión de la atención. Entonces tomamos consciencia de esta situación -no deseada- sin generar tensión o juicio en nuestra mente. A continuación, utilizamos el amor para envolver o abrazar la distracción o dispersión de la mente, aceptándola incondicionalmente. Y volvemos con una sonrisa interna a recuperar el enfoque en la respiración. Para repetir el ciclo una y otra vez a lo largo del tiempo establecido.

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José Maroto Mingo
Psicólogo y Psicoterapeuta Transpersonal

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