Revisemos la higiene terapéutica. No todo vale si tratamos de ofrecer ayuda. -Fin-
·24 noviembre 2015·
¡Atención terapeutas! “Estar al servicio” no te hincha el ego, lo disuelve. No te da importancia, sino que resta valor a la necesidad de obtenerla.
Sea cual sea el formato terapéutico que usemos, nuestra responsabilidad como profesionales es crear un lugar externo íntimo y un espacio relacional seguro, protector e higiénico emocionalmente. Es vital, por tanto, guiarse por un código ético y un encuadre terapéutico que proteja los siguientes aspectos:
- El momento y el lugar: El terapeuta o facilitador no tiene derecho a intervenir con alguien en un momento en el que el paciente no lo desea o no se encuentra preparado. Ha de ser un momento acordado por ambas partes libremente, así la intervención está libre de abuso y protegida por el respeto mutuo.
- La técnica: No está por encima de las personas ni del libre albedrío. Transitar el camino del momento presente prima sobre el objetivo a largo plazo. Conlleva un abuso de autoridad y una violación de la voluntad del paciente obligarle a que tome un medicamento sin su autorización, de la misma forma que obligar a tomar una intervención terapéutica psicológica, aunque creamos que podría ser efectiva para aliviar la sintomatología. El fin no justifica los medios.
- El terapeuta: La ayuda sólo es efectiva, cuando el sanador o terapeuta no pretende ganar nada para su propio interés, sino acompañar al otro al “lugar” donde elija ir. Además el terapeuta se pone en riesgo personal y legal cuando trabaja sin un encuadre claro y firme. Nuestra responsabilidad es acompañar con consciencia propia y del proceso, caminar al lado del paciente, acompañar, no tirar u obligar; además esto nos agota y nos daña. Cómo terapeutas podemos preguntarnos: ¿cuál es mi objetivo, suprimir la sintomatología o contribuir a que la persona extraiga el aprendizaje global que le aporta esta dificultad?, ¿puedo impulsar ambas cosas? ¿puedo y estoy dispuesto a hacer un seguimiento en caso de darse un “efecto secundario”?
- El cliente o paciente: Él o ella dirigen, mandan consciente e inconscientemente durante todo el proceso o intervención. No podremos hacer nada si no hay colaboración por su parte. No conviene luchar contra las resistencias inconscientes, más bien aliarse con ellas, ponerles luz, airearlas con ternura y sentido del humor, observarlas compasivamente y hacerlas como tuyas. Así la lucha cesa y el cambio consciente es mucho más ligero y profundo. Y sobre todo compartido, pues, en todo caso, crecemos juntos.
Gracias a los maestros cotidianos, que en mi vocación y en mi vida, me enseñan cada día el arte de amar.
José Maroto Mingo
Psicólogo y Psicoterapeuta Transpersonal
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